Esta semana el Congreso ha aprobado la Ley protección de los derechos y el bienestar de los animales.
La ley salió adelante tras incorporar varias enmiendas, la más polémica y lamentable de las cuales es excluir del ámbito de la ley a los animales de compañía utilizados en actividades profesionales y específicas como la caza.
Se ha hablado de decepción, de una ley poco ambiciosa, de que ha sido «el parto de los montes». Pero no es así.
Es una ley marco, de mínimos, que por lo tanto no puede ser perfecta. Y no invalida las leyes autonómicas anteriores que tengan más alcance, sino que fija un suelo mínimo de reglas destinadas a proteger a los animales.
Su carácter estatal facilita la aplicación de la ley, y su futura mejora:
– Evita que una legislación desordenada y fragmentada ayude a los que quieren eludirla. En éste y en muchos ámbitos los ciudadanos queremos leyes claras.
– Incluye medidas para crear registros estatales que hasta ahora estaban en cada Autonomía, sin comunicación ni coordinación entre ellos.
– Ahora las ampliaciones y cambios de la ley estatal serán más fáciles de llevar a cabo: lo que sea de ámbito global se abordará sin el obstáculo que representa plantear y negociar para legislaciones diferentes en 17 autonomías y más de 8000 municipios.
Aunque se aplica solamente a los animales de compañía y silvestres en cautividad, incluye muchos avances en relación con el abandono, la prohibición de mascotas exóticas, las obligaciones de los propietarios, el sacrificio cero salvo por criterios veterinarios, la cría y venta, las colonias felinas y la regulación en ciertas actividades con animales.
Es una ley que aporta, que suma, aunque se queden fuera muchos aspectos y muchos grupos de animales que necesitan mejorar su cobertura legal.
Desde ahora los animales están más protegidos en España, y si los ciudadanos lo queremos se podrá avanzar en otras leyes para proteger a los animales. Esta ley ayudará a que así sea, no será un obstáculo.