Desde que lo acogimos hace una semana Ricky ha tomado posesión de la habitación, y está a sus anchas: se muestra activo y juguetón. Domina el terreno.
Sólo lo ha alterado la llegada el lunes de su hermanito Pau. Desde entonces Ricky lleva más de un día gruñendo.
Pau es tranquilo, y se mueve con la lógica precaución del recién llegado. Ricky le bufó y gruñó desde el principio. En un momento dado Pau ocupó el sitio favorito de Ricky, y él le bufó intensamente. Aunque procuramos que Pau no se ponga ahí ha vuelto a pasar en otras ocasiones, y entonces Ricky se ha alejado del lugar, entre triste y enfadado. Es como los niños que no saben compartir.
El segundo día la cosa parece que mejoró: estuvieron solos descansando largo tiempo y cerca el uno del otro. Pero Ricky gruñe a cada momento, cada vez que sucede algo, es su nuevo lenguaje, su nuevo estado normal: gruñón
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